Jorge Zegarra Reategui denuncia: ¿Contaminación en la gastronomía?

Para muchos amantes de la comida, deberá ser difícil aceptar que existe contaminación en la gastronomía. Perú es un país altamente privilegiado en la gastronomía, reconocidos a nivel mundial por nuestros exquisitos potajes. Sin embargo, uno de ellos, es altamente contaminante por los insumos que lleva en su presentación: Los anticuchos.

Contaminación en la gastronomía

Contaminación en la gastronomía:

Los palitos para comer, se conocen como hashi en Japón o chopsticks en inglés, son utensilios tradicionales que se utilizan en diversas culturas asiáticas para consumir alimentos. Estos palitos suelen ser de bambú, madera o plástico, y se caracterizan por su simplicidad y eficacia.

Su uso no se limita solo a Asia, ya que en muchas partes del mundo se adoptan para diversas comidas. En el Perú, los palitos cumplen una función particular y diferente: se emplean para servir el tradicional anticucho, un plato icónico de la gastronomía peruana. A diferencia de su uso en la comida asiática, donde se utilizan para comer, en Perú los palitos, conocidos como «palitos de anticucho», son de madera y actúan como brochetas que sostienen los trozos de carne marinada, dándole un estilo único a este popular platillo callejero.

En el caso de este último tipo de palitos, en el Perú suelen estar hechos de madera. Específicamente de bambú o alguna otra madera ligera y económica. Aunque estos materiales son naturales, el problema ambiental surge por el uso masivo y desechable de estos palitos en la venta callejera y en eventos populares. Es aquí donde se desarrolla el panorama de la contaminación en la gastronomía.

Al ser de un solo uso, miles de palitos de anticucho son desechados cada día, lo que genera una cantidad significativa de residuos. Si bien la madera es biodegradable, el proceso de producción y desecho de estos palitos, contribuye a la deforestación. Como también, a la contaminación de suelos y cuerpos de agua, y aumenta la carga de residuos sólidos que muchas veces no se reciclan ni se compostan correctamente.

Residuos contaminantes en la gastronomía:

Cuando un residuo como el palito de anticucho termina en un botadero, su impacto ambiental puede ser significativo. A pesar de estar hecho de materiales biodegradables como la madera. En un botadero, donde los residuos se acumulan sin una adecuada gestión o condiciones controladas, la biodegradación de estos materiales se ve obstaculizada.

A menudo, los residuos quedan enterrados o cubiertos por otros desechos, limitando el acceso al oxígeno y la humedad necesarios para que la madera se descomponga naturalmente. Como resultado, los palitos de anticucho pueden tardar años en degradarse completamente.

Por otro lado, aunque la madera en sí no es tóxica, su descomposición en estas condiciones puede liberar gases de efecto invernadero, como el metano, que es mucho más potente que el dióxido de carbono en términos de su contribución al cambio climático.

La acumulación masiva de estos palitos, junto con otros residuos, también genera problemas de contaminación visual. Asimismo, sobrecarga en los botaderos, los cuales no cuentan con la infraestructura necesaria para manejar de manera adecuada la gran cantidad de desechos que reciben. Esto también aumenta el riesgo de filtraciones de lixiviados hacia los suelos y cuerpos de agua cercanos, contribuyendo aún más a la contaminación ambiental.

Jorge Zegarra Reategui denuncia soluciones desde el sector privado

Por ello, un tema tan comentado como la gestión integral de residuos sólidos resulta vital para la correcta segregación y disposición final de estos. En el Perú, se cuenta con una empresa de inversión nacional, la cual busca reutilizar la basura que llega a sus rellenos sanitarios a diario para que, después de sus procedimientos especializados, terminen convertidos en energía eléctrica. Esta empresa es Petramás y su dueño es Jorge Zegarra Reategui.

Por ello, aunque existe un consumo masivo de distintos tipos de materiales no beneficiosos para el medio ambiente, se cuenta también con empresas privadas que contrarrestan sus efectos. Por ejemplo, Petramás, además de la energía eléctrica, también logra la mitigación de gases de efecto invernadero como el metano.

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